Si se fijaron, no estuve publicando en mis cuentas de redes sociales en estos días. ¿Por qué?
No fue una razón, sino varias, pero vamos a resumir diciendo que necesitaba un tiempo para mí. Durante estos últimos cinco años, estar en redes sociales ha sido mi trabajo todos los días.¡TODOS! No estoy exagerando: todos los días uso alguna red social para promover o compartirlo que hago. Eso no quiere decir que necesariamente esté publicando algo cada día, sino que también me conecto para investigar, conversar con contactos de negocios o para analizar estrategias. Instagram, Facebook y demás especias son herramientas poderosas para un pequeño empresario, y uno tiene que estar constantemente pendiente de lo que sucede en su mercado.
Hace un mes llegué de Miami, donde estuve asistiendo al congreso National Achievers. Ahí, el experto en mercadeo Gary Vaynerchuck habló sobre cómo podemos usar las redes sociales a nuestro favor. Salí del congreso motivadísima, lista para grabar más contenido para ustedes, pero algo dentro mío me decía que es muy posible que sobreutilizar las redes sociales o emplearlas mal nos termine consumiendo. Y yo puedo hablar de eso: sin darme cuenta, he perdido mucho tiempo viendo Stories de los demás en vez de estar trabajando en algo mío; asimismo, cuando posteo algo me paso más tiempo concentrada en los likes, views e insights que en trabajar en mi lista de quehaceres del día. En vez de estar buscando recetas chulas o colaborando con colegas, muchas veces me la he pasado brechando los vestidos y los zapatos de las demás.
Yo estoy muy consciente de que he decidido exponer mi vida en redes para fortalecer mi trabajo, y que debo estar dispuesta a lidiar con la contraparte: que me paren en la calle, tener haters y hasta stalkers. ¡Son gajes del oficio! Estamos adictos a seguir las vidas de los demás y, de paso, criticar. Denzel Washington dijo recientemente que las redes sociales son unas herramientas, y que debemos usarlas a ellas y no ellas a nosotros. Cada vez que brecho o pierdo tiempo, siento que las redes me están usando a mí.
Ya he escuchado de casos de gente que se ha tomado un break para re-evaluar su relación con ese feed. Una amiga se prometió ver Instagram solo una vez al día, en su iPad. Lo hizo porque pensaba que usar esa red le alimentaba un comportamiento egocéntrico, le llevaba a idolatrar la vida aparentemente perfecta de otras personas y hasta a fingir que la suya propia era igual de perfecta. Otra amiga me comentó que había dejado las redes sociales como parte de su promesa de Cuaresma, porque su esposo le decía que estaba utilizando el celular más de lo normal, y para colmo en la calle se encontraba con que gente que ni la conocía estaba pendiente a las fotos que publicaba de su bebé recién nacido.
Ahí me pregunté: ¿Qué tal hacer el experimento de dejarlas por una semana, para ver qué me sucede? En vez de revisarlas una vez al día, decidí hacer un sabático completo, para tener una experiencia mucho más medible. Yo había desarrollado el habito de levantarme todos los días, tomar agua con limón en la sala y ver Instagram para ponerme al día. El primer día que hice el sabático, me senté en el sofá, le di al iconito sin pensarlo… y vi que decía LOGGED OUT. Esa fue la primera de casi 10 veces en ese día que le di a Instagram sin querer. ¡Uno ya lo presiona hasta de forma inconsciente!
Durante cada jornada, me hizo falta poder compartir cosas chulas con ustedes —por ejemplo, una exposición de arte en BlueMall y muy recomendada obra Cada oveja con su pareja—. Aparte, me sentía un tanto en el limbo socialmente: ¡Uno no se entera de qué está haciendo el otro! Sin embargo, al tercer día me bajaron los niveles de ansiedad y aumentaron mis niveles de productividad. ¡Hasta logré limpiar por completo una gaveta con millones de volantes de depósito y vouchers que desde hacía meses quería organizar! Además, perdía menos tiempo en las transiciones del sueño, ya sea para despertarme o para irme a dormir. Yo antes me acostaba y duraba media hora más viendo Instagram. Con el sabático, mi calidad del sueño mejoró.
Al finalizar, llegué a la conclusión de que las redes sociales no son malas, pero que debemos saber trazar una línea entre ellas y nosotros. Debemos estar conscientes de cómo las usamos, y presentes en la vida real fuera de la pantalla. Por eso, les recomiendo a todos modificar la forma en la que usan las redes: quizás sea dejar de dormir con el celular al lado, o no llevarlo al comedor. O quizás esa estar conscientes de que hay que dejar de stalkear tanto con el pulgar. O quizás puedan dejar Instagram durante un fin de semana para verdaderamente vivir el descanso o disfrutar con la familia. De nuevo: es solo cuestión de estar consciente y presente.
Por eso he decidido incluir esas enseñanzas en la nueva versión de mi taller de redes sociales, Social Media 102. El primer taller trataba sobre cómo utilizar las herramientas más novedosas para mejorar las analíticas y monetizar más eficientemente, pero a esta le he incluido el uso de YouTube, la frecuencia de posteo y el tema del balance emocional —sí, aun para las cuentas de negocios—. El taller tiene un costo de RD$2,800 y tendrá lugar este sábado 23 de junio entre 10 y 12 de la mañana en Chez Space. Ahí estaré junto a Gabriella Acevedo, la gerente de ventas y mercadeo de Vita, para hablarles sobre las mejores prácticas que hemos recopilado en la empresa. Para reservar, solo deben escribir a gabriella@vitahealthyfitness.com.
Y ahora sí: con todo y lo que aprendí en el sabático, también me hacía falta poder compartir con ustedes. Así que… ¡estoy feliz de estar de vuelta!
Muy bueno el post, a mi tambien me pasa lo mismo, se le pasan horasssss muertas y la vida va pasando y despues decimos que el tiempo no nos alcanza para nada…. es hora de un reset… by the way cuando abre el nuevo Vita?!
Acabo de leer esto. Sin darme cuenta tengo mas se dos horas en ig y tengo tantas cosas que hacer. Bueno tamare mi unos dias desde hoy.