La Vita Colombiana

Dic 6, 2017

Como habrán visto en mis entradas anteriores, tengo tres años consecutivos celebrando el #vitasbirthday con un viaje al extranjero, tratando de conocer nuevos lugares. Este año me decidí por Colombia: había escuchado mucho sobre la primavera colombiana eterna, la variedad de la escena gastronómica en Bogotá y sobre el carisma y la amabilidad de su gente. Aparte, es un país biodiverso, como el nuestro, con montañas en un rincón y playa en otro. ¡Perfecto!

Por eso, con mi hermana Von y mis amigas Isabella, Ana y Carmel armamos un viaje de lunes a lunes… y la experiencia fue hermosa. Acá les dejo un listado de mis lugares preferidos durante mi visita.

PARA DORMIR: EL FOUR POINTS VS EL CLICK CLACK

A Carmel no le gusta gastar demasiado cuando viaja… y yo soy su total opuesto. Por eso, llegamos a un punto medio: la primera noche dormiríamos en un hotel económico en Bogotá, y al retorno de Cartagena, el fin de semana, nos quedaríamos en el Click Clack.

El Four Points By Sheraton, el primer hotel donde dormimos, es excelente en cuanto a espacio y distribución. El Click Clack Hotel es bello, con decoración contemporánea, y sirven un brunch excelente —tienen un poco de todo, desde comida típica colombiana, como mini arepas, hasta omelettes, frutas variadas y una estación de crepas.

EL VICIO: CAFÉ CON AREQUIPE

Tiren una piedra en Bogotá y se van a encontrar con 50 sucursales de Juan Valdez Café. Von, que es una amante del café, me había hablado tanto de la marca y de sus cafés con arequipe, que me tenía loca. Por eso, comenzamos nuestro primer día en Bogotá con una visita a uno de locales.

Yo, que no tomo nada de café, decidí pedir un cortadito con Arequipe y leche de soya —ya no consumo leche de vaca—, y… ¡SEÑORES, QUÉ COSA MÁS RICA! Aparte de que el sabor estaba suave y delicioso, me dio MÁS pilas de las que tengo. De hecho: terminé tomándome uno diario cada día del viaje.

UN SANGUCHITO: AL AGUA PATOS

Luego del café desayunamos en Al Agua Patos, y aquí un pato no es un animal que hace cuá cuá, sino que es un sandwich abierto, sin la tapa de pan superior. No soy muy de comer pan, pero me sorprendió la variedad del menú, con más de 80 combinaciones de patos. Junto a mi hermana, pedí el más sencillo, y luego compartimos un bowl lleno de frutas frescas, pudín de chia y açaí.

PARA DESCANSAR: EL PARQUE DE LA 93

Cerca de nuestro primer hotel estaba el Parque de la 93 —por cierto, con una sucursal de Juan Valdez ahí mismito—. Es un espacio público perfecto para sentarse, caminar, ver a la gente jugar con sus perros y descansar. Alrededor de este punto de la calle 93 hay tiendas y restaurantes, y la ubicación es perfecta para ir caminando a varios puntos interesantes —algo importante, pues el tráfico de Bogotá le hace competencia al de Santo Domingo—.

ALLÁ ARRIBOTA EN MONSERRATE

Hablando de espacios naturales, el Cerro de Monserrate es una visita obligada. Monserrate está a 3,152 metros sobre el nivel del mar —señores, eso es casi casi el Pico Duarte—, y se puede subir con un teleférico. Como fuimos en día laborable, no encontramos mucha fila; los fines de semana he escuchado que la espera puede ser de dos horas para subir. Cinco minutos después, estábamos allá arriba, desde donde se puede ver Bogotá casi completa.

Allá se puede visitar la iglesia dedicada al Señor Caído, visitar los mercadillos o comer en uno de los restaurantes. ¡Se pasa un momento muy agradable!

LOCAS CON JUANA

Llegar al restaurante Juana La Loca es casi un misterio, porque está escondido algunas plantas arriba en un edificio. Luego, para llegar a la mesa, hay que pasar por el medio de la cocina, con las mesas a ambos lados. Échenle la culpa al arquitecto brasileño Isay Weinfeld, autor del asunto, y no dejen de ver los planos del lugar en el baño.

El carpaccio de corvina, atún y salmón con pomelo va muy recomendado. También el chicharrón de cochinilo, el pulpo y la cremosa burrata. ¡Ah! Y el pescado blanco en curry verde con vegetales y arroz jazmín. ¡Nos pusimos como Juana comiendo!

OSAKA

Una recomendación para los que aman la comida nikkei: vayan a Osaka. Este restaurante de fusión peruano-japonesa queda en la zona Centro, y ahí pueden comer el menú de degustación del chef — desde la cocina van saliendo tiraditos, sushi y platos calientes—. Comí demasiado nigiri. Demasiado sushi fresco. Salí de ahí con una grúa.

QUÉ MULAZOSSSS EN EL MUSEO

Pasen por el Museo Botero, en La Candelaria, no solo para ver a los ya típicos personajes rellenitos de Fernando Botero —hay más de 100 piezas donadas por el artista—, sino también para disfrutar de los espacios. Nada más el patio español vale la visita.

CHI-CHI-CHI-CHIA

Miren, sé que todo el mundo tiene a Andrés Carne de Res un su lista de visitas en Colombia… ¡pero por algo es!

En vez de ir al de Bogotá, les recomiendo visitar el de Chia —queda a 45 minutos en carro—. La reserva solo se hace en línea, por lo menos con cuatro semanas de antelación. Al llegar, vi literalmente una esquina entera llena de luces y letreros… ¡me sentía como en Disney! Al entrar me quedé en shock con la decoración, llena de luces y letreros chulísimos —y el hecho de que es un espacio enorme, donde caben tres mil personas—.

Del menú de como 20 páginas nos fuimos con un patacón gigante y un lomo al trapo, y de trago pedimos el mandarino —los tres quedan muy recomendados—.

A las 10 de la noche empieza la música, y la tranquilidad se transforma en una mega fiesta. Ahí nos la pasamos bailando desde La Macarena hasta Shakira y reguetón. ¡Qué buen recuerdo!

EN EL MISMO LUGAR SIGUE CARTAGENA

Como al fin y al cabo tengo sangre playera, estaba loca por conocer Cartagena. Imagínense que esta ciudad es como una Zona Colonial, con más tienda, más gente y la playa cerca. Ahí comimos rico, la pasamos relax y recorrimos la zona amurallada en bicicleta.

Por falta de tiempo no pudimos salir en barco a las Islas de Rosario, el pequeño archipiélago de 27 integrantes que queda al sur de la bahía. Ahora, lo tengo anotado para una próxima visita: nos dijeron que ahí hay restaurantes riquísimos.

DORMIR EN LA MURALLA

Nos quedamos en el Hotel Boutique Casa Quero, dentro de la zona amurallada de la ciudad. Además de recomendar el hotel, les recomiendo esa ubicación: traten de quedarse dentro de ese límite, para que así puedan caminar a todas partes.

Dentro de la muralla hay una gran cantidad de hoteles boutique, y entré a echar un vistazo a unos cuantos. Me encantó uno de los de Silvia Tcherassi —quien tiene dos—, el Bastión Luxury Hotel, el Sofitel Legend Santa Clara y el Hotel Charleston de Santa Teresa.

VINO DEL MAR

Tal cual dice el nombre, así mismo es Juan del Mar: casi todo viene del agua salada. Al llegar, nos sentamos en una terraza chulísima, y ahí comí un delicioso pulpo casi crujiente, un arroz meloso con langosta, camarones, mariscos, una fideuà con plátanos maduros, cangrejo y pescado. Señores, les dije que se come rico en Cartagena. ¡Ah! Y el mojito también es excelente.

MÚSICA PARA ALMAS VIEJAS

Si buscan algo más formal para pasar la noche, en un ambiente tranquilo —o sea, más para “viejitos”—, vayan a La Vitrola. Es un clásico de Cartagena por su música en vivo y por sus excelentes carnes y pastas.

PARÍS EN CARTAGENA

No soy muy dulcera, pero tenía a la Pastelería Mila en mi lista. La encontramos una mañana cuando andábamos en bicicleta, y ahí me sorprendí al ver que tenían café con leche de almendras en el menú. El lugar es súper coqueto. ¡Uno se siente como en París! Nos gustó tanto —y nos llamó la atención el variado menú de desayunos y almuerzos que tenían— que decidimos luego visitar la sucursal de Bogotá, que como ñapa tiene una terraza muy agradable.

NO QUIERO COMER CEVICHE

“Dani, no quiero comer ceviche,” le decía una y otra vez a Von cuando me atacaba con su afán de ir a La Cevichería a almorzar. Sin embargo, afortunadamente le hice caso: creo que ese fue el mejor ceviche que he probado en los últimos años. ¿Lo mejor? Viene con aguacate, un patacón y maíz peruano.


Si van, prueben el ceviche peruano regular, y si buscan algo con un toque dulce, pidan el ceviche colombiano —ese fue el que pidió Von—. El lugar queda cerquita de Juan del Mar, e igual pueden sentarse casi en la calle y disfrutar de la belleza de Cartagena, viendo la gente pasar.

HARRY SASSON

Harry Sasson es quizás el chef más conocido de Colombia, y la sucursal de Bogotá de su restaurante está entre los 50 mejores de Latinoamérica según S. Pellegrino. Nosotros fuimos tanto al de Bogotá como el de Cartagena, y quedamos locas.


En esta ciudad, el Harry Sasson está dentro del Hotel Charleston de Santa Teresa. Es un escenario espectacular, ya que el restaurante queda en el centro del hotel, y cuando se mira hacia arriba se pueden ver todas las habitaciones alrededor, decoradas con flores.

Empezamos la noche con una champaña, para celebrar mi cumpleaños, y continuamos con uno de los mejores vinos que he probado de la familia Protos, un Reserva. Seguimos con una tortilla española, los nachos con cangrejo que formaban parte del especial de la noche, langostinos, pulto, un filete tártaro increíble, arroz con coco… de todo un poco, y todo demasiado bueno.

PARA CERRAR LA NOCHE

De Harry Sasson nos fuimos no sé cómo: ¡Estábamos demasiado llenas como para caminar! Teníamos que ir a una discoteca llamada La Movida, y de ahí seguir a otra llamada La Jugada.

¿Cómo lo logramos? Hicimos una parada técnica antes, en un barcito con música en vivo, para hacer la digestión con un poco de guaro, ese de la tapa azul. Porque… si van a Colombia, ese aguardiente hay que probarlo. ¡Que estén muy bien!

1 Comentario

  1. Natalia Ramírez Morún

    Vita, una pregunta. Como llegaste al Andres Carnes de Res en CHIA? en Uber? cual fue el precio mas o menos?

    Responder

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