Esa guerra entre mujeres

Sep 25, 2017

¿Por qué será que las mujeres llevamos una pelea callada entre nosotras? ¿Por qué nos vivimos comparando mutuamente y nos vemos como una competencia? ¿Por qué no perdemos ni una oportunidad para dejarle saber a las demás que somos mejores que ellas?

Miren a lo que me refiero: los otros días llegué al gimnasio a las siete de la mañana, con todas mis pilas puestas. Ya saben: bien #VitaPositiva y #BuenosPensamientos. Termino de entrenar una hora después y paso por la mini cafetería. Ahí, una clienta que conozco, madre de dos hijos, me dice: “Qué bueno que te pusiste aquí y te estás poniendo las pilas”.

En otras palabras: finalmente estás trabajando para lograr tu cuerpo HOT.

Como toda yo, muy pocas cosas de ese tipo me afectan —y mucho menos a esa hora—. Le respondí algo tipo “Tú sabes, aquí activa después de todas esas vacaciones.” Pensaba que el asunto terminaba ahí, pero ella me respondió con un “Pero a los hombres les gustan los cuerpos con glúteos en alerta y cintura estrecha”.

¿Quién dijo que no me afectó? Ahí le respondí, con todas mis ganas: “Gracias a Dios no vivo de ningún hombre, ni pienso vivir de uno. El que me quiera debe quererme por cómo soy, no por mi cuerpo”. Ella solo me dijo “Tú verás”.

Tengo días con eso en la cabeza, porque verdaderamente me chochó. Hermana, ¿cómo usted vive buscando la aprobación de un hombre en todos los sentidos? Y no me refiero solo a esta señora… ¡Eso es algo que veo todos los días!

Esa búsqueda de aprobación es lo que, en parte, desata esa competencia entre nosotras. Muchas piensan: “Si yo no estoy en forma y sexy, él va mirar a otra”. Entonces en nuestra linda cabeza las demás siempre van a ser las villanas —no el pana que se pone a mirar a otras, que es lo lógico, sino el objeto de la mirada—.

Esta que está aquí está guayando la yuca desde hace cuatro años, poniendo todo mi esfuerzo para llegar a donde estoy, y todavía más para llegar a donde quiero ir. Tengo la libertad financiera y emocional para escoger una pareja que verdaderamente me complemente intelectual y emocionalmente. Si las cosas no funcionan, puedo salir de la relación sin afectar ninguno de mis estados. No digo que todas las mujeres debemos aspirar a lo mismo, pero por lo menos saber que un hombre no es una necesidad, sino un complemento.

¿Por qué digo esto? Porque he escuchado a muchas mujeres decir: “Es que si no me caso con él me voy a quedar sola. SAY WHAT? ¿Y por qué? Hay que saber sentir la tranquilidad de preferir estar sola en vez de mal acompañada. Eso libera.

Vamos a resumir el cuento: miren aquí varias actitudes microagresivas que cometemos frecuentemente contra nuestras amigas y conocidas.

  • Si vemos a una mujer en un restaurante con un hombre, ni les damos la oportunidad de vivir una “cita” —lo que en inglés se llama dating—, sino que de una vez damos por hecho que tienen amores y sazonamos ese chisme. Hay que darles a las mujeres la oportunidad de conocer potenciales parejas sin que tengan miedo al qué dirán. ¿Será por eso que hay tantas parejas mal emparejadas por todas partes?
  • Decir que otra mujer no es tan linda como tú no te hará más hermosa. Yo lo he hecho. ¿Cuántas veces no dije “yo soy más que ella” porque estaba llena de odio y celos? Al final aprendí que cada persona tiene características especiales y que yo debo apreciar tanto las mías como las de las demás.
  • Lo mismo: decir que otra mujer no es tan inteligente como tú no va a hacer que te entreguen un Nobel más rápido. Dejemos de comparar con ese “yo estudié en tal sitio y ella en aquel” o un “yo gano esto y ella gana tanto”. Al final, este tipo de ejercicios mentales fallidos nunca van a

aumentar la confianza propia. La confianza debe venir de dentro, no de nuestra posición en comparación con las demás.

  • Hay que analizar si lo que “odiamos” en las demás es lo que “odiamos” en nosotras mismas, o, por el contrario, lo que creemos que nos falta. ¿Por qué envidiar si podemos admirar? Si ves en otra mujer algo que te gustaría tener, ¿por qué no trabajar por ello?
  • A veces el mundo se nos está cayendo y justamente por eso que les decía, que no les damos a las personas la oportunidad de vivir en un ambiente sin cuchicheo, no podemos canalizar bien esos sentimientos. A muchas personas nos haría bien poder compartir un momento negativo, pero por miedo al qué dirán en el círculo de amigas y compañeras vivimos con un “¡Todo bien!” tatuado en la cara. Eso, aunque no lo crean, también es agresión entre mujeres. 
Así que, en general: no digo que por el solo hecho de ser mujeres debemos apoyarnos. En vez de eso, digo que por el solo hecho de ser seres humanos debemos hacerlo: hay que pensar en cómo se siente el otro, y darle la oportunidad a cada quien de desarrollarse —incluyendo a nosotros mismos—. La envidia mortifica, y proyectar nuestras ansiedades sobre otras mujeres — así como la señora del gimnasio— solo va a hacer que esta guerra entre mujeres crezca cada día más. Recuerden: en vez de envidiar, hay que admirar y copiar lo bueno.

2 Comentarios

  1. Wendy Evelyn Castillo Reyes

    demasiadas verdades….aprender cada día a confiar más en nosotras mismas y ser mejor que ayer….sin compararnos esa es la clave

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  2. Manuela Martinez

    Loveeed it! Aplausos de pie💕

    Responder

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